El fichaje de Allan Saint-Maximin irrumpió como bombazo: su paso por la Premier League, etiqueta de crack y un debut de impacto con goles ante Atlas y Pachuca. La expectativa estaba por las nubes y el americanismo imaginó un desequilibrio constante por la banda izquierda.
Pero el presente es otro. El francés encadenó seis partidos oficiales sin anotar y su influencia cayó en picada. La derrota ante Cruz Azul acentuó el murmullo: el ‘97’ entró de cambio y dejó una actuación discreta que alimentó dudas sobre su estado y adaptación.
¿Se apagó Saint-Maximin, o es solo una racha?
El dato es seco: desde aquellos dos primeros juegos, no volvió a marcar y suma apenas una asistencia contra Pumas. En el Clásico Joven, sus 27 minutos ofrecieron poco filo: 2 de 6 regates completados, 10 pérdidas y 11 pases acertados. Números que contrastan con el impacto esperado para un refuerzo de élite.
En la ecuación también influyen contexto y pizarra. América ha navegado una plaga de lesiones que obligó a rotaciones forzadas y a un equipo menos fluido en campo rival. Sin nueves en ritmo y con bandas intermitentes.
¿Qué sigue? Recuperar confianza y hábitat. Más toques cerca del área, duelos mano a mano en zonas calientes y una sociedad estable con el lateral y el interior de su costado. El francés no perdió el talento: necesita volumen, continuidad y un entorno que potencie su calidad. La Liguilla se acerca y su despertar puede ser el factor que cambie la narrativa.