Tras dos estrenos con gol, parte de la afición empezó a decir que Allan Saint-Maximin “se apagó”. El francés dejó de anotar por algunos partidos y el ruido creció. Pero el juego no se mide solo por goles: las métricas avanzadas dibujan otro retrato del extremo del América.
Aún sin convertir cada semana, su influencia se mantiene en niveles élite: atrae marcas, rompe líneas y acelera ataques. En corto: condiciona defensas y libera a los finalizadores. Cuando el foco se corre del marcador al volumen de ventajas que genera, la película cambia.
Allan Saint-Maximin supera a todos los extremos de México
Un corte de estadísticas avanzadas lo ubica entre los mejores extremos de la Liga MX en variables que explican impacto real: regates intentados y completados, duelos ofensivos ganados, pases al área, acciones progresivas y creación de ocasiones. Es decir, pisa el acelerador donde el gol “empieza”, no solo donde termina.
Si Saint-Maximin fija laterales y centrales, América gana metros y ventajas numéricas; si supera la primera marca, la zaga rival se pliega y aparecen pasillos para la llegada del ‘9’ y el remate del extremo opuesto. De ahí que, aunque el gol no salga siempre en su pie, su aporte sostenga el volumen ofensivo del equipo.
La consecuencia competitiva es clara: con una pretemporada completa y mayor automatización en el último tercio, su producción puede escalar. El francés no es un adorno de highlights; es un acelerador estructural. Y si el equipo afina la definición tras sus ventajas, el debate del “bajón” quedará en archivo.
