Ganar al americanismo no es sencillo: es una grada acostumbrada a jerarquía, primeros lugares y noches de campeón. Por eso sorprende el caso de Jürgen Damm: pocos minutos en el campo, pero un vínculo fuerte con la afición azulcrema que aún lo recuerda con cariño.
En charla con Gibrán Araige, el exvolante explicó por qué conectó con el Nido pese a su rol secundario. Su versión mezcla momentos puntuales, actitud y un mensaje claro: “cada que entraba, dejaba el alma”. El resto, dice, lo hizo la gente.
¿Cómo se ganó al americanismo jugando tan poco?
Damm reconoció que el aficionado azulcrema “es muy difícil de ganarse”, pero que él apretó donde cuenta: impacto en minutos limitados. Recordó su gol en un Clásico amistoso, el tanto ante Nashville en Leagues Cup y asistencias que “pesaron” cuando le tocó entrar. “Metí gol, asistí y la gente lo vio; siempre me trataron muy bien”, dijo.
También aceptó que no tuvo regularidad con el Tano Ortiz “todos los técnicos tienen gustos” y citó el ejemplo de Jonathan dos Santos: con Jardine pasó de casi no jugar a ser líder y tricampeón. Para Damm, la clave fue no negociar la intensidad: correr, encarar y contagiar. La sinergia con la grada, remató, nació de esa entrega.
¿Qué ha pasado con Damm desde que salió de Coapa?
Tras el Clausura 2023, América oficializó su salida. Coincidió con André Jardine en el Atlético de San Luis durante una etapa breve y más tarde tomó un nuevo reto en Estados Unidos: Oakland Roots, en la USLC, donde sigue activo. Desde ahí continúa ligado al foco mediático, reivindicando su paso por Coapa y reconociendo que vestir la azulcrema “es de las satisfacciones más grandes” que tuvo.
Para el americanismo, su relato deja una idea potente: no todos conquistan por la cantidad de minutos, sino por el peso específico de sus apariciones y la forma de competir. Damm lo entendió y lo cuenta sin vueltas: intensidad, momentos y una conexión auténtica con la tribuna.