A muy temprana edad, Andrea Pereira se encontró con una de las dificultades más complejas que puede tener una niña. Y es que, la zaguera del América Femenil fue diagnosticada con Diabetes, una enfermedad que cada vez es más común que tengan deportistas de alto rendimiento. Hasta antes de ese dictamen, la defensora no tenía conocimiento alguno, por lo que para ella, y su familia, fue todo un misterio que hubo que resolver. La única información que tenía Andrea, era que debía que inyectarse, para regular sus niveles de glucosa.
Poco a poco, fue conviviendo con la enfermedad, al grado de que no la tomó como un obstáculo para convertirse en futbolista profesional. Al contrario, lo tomó como un impulso, que la ayudó a seguir adelante, a sabiendas de que el deporte ayuda a que el cuerpo tengan un mejor comportamiento contra la enfermedad. Por tal motivo, el balompié fue ese impulso, que le sumó una nueva forma de vivir.
Andrea Pereira se sobrepuso a la Diabetes y se convirtió en una campeona
“Yo salí del hospital después de hacer mi debut con la diabetes y yo no tenía más información más que debía pincharme cada vez después de comer. Esa falta de información creo que fue lo positivo para seguir diciendo: ‘Soy una chica normal, no pasa nada aquí, sólo me tengo que pinchar’. Y por eso no hubo más complicación que pincharse y hasta ahí, seguir jugando. La diabetes no me ha prohibido hacer algo que yo quisiera, entonces me siento una privilegiada por eso.
“Es un tema de información, al final si el club donde va a ir ese niño o esa niña a jugar al fútbol se informa bien de lo que tiene que hacer, de que la diabetes sí es una enfermedad, pero no te impide que un niño pueda hacer deporte, de hecho, es mejor que haga deporte. Si esa familia, ese niño se informan bien creo que estará mejor”, relató en entrevista para el periódico ESTO.
Le daba vergüenza que sus papás la vieran jugar fútbol
El balompié siempre fue una parte importante en la vida de Andrea, pero no fue nada sencillo decirle a sus papás que a eso se quería dedicar. Además, cuando ya empezó a entrenar, le avergonzaba que sus padres la vieran jugar, por lo que les pidió que no asistieran. Sin embargo, con el paso del tiempo, tuvo que acostumbrarse, pues los éxitos llegaron, poco a poco.
“El fútbol no lo veía para estar en un equipo, siempre lo he visto como de chicos, en el patio después del colegio siempre jugaba con chicos y al final las otras actividades extra escolares no me gustaban. Les dije a mis padres que quería jugar al futbol pero que no quería que vinieran a verme porque me daba vergüenza. Empecé al fútbol, me apunté y a partir de ahí jugué en el colegio, luego en el Espanyol, Atlético de Madrid, Barca y ahora aquí en México”, relató.