El Clásico Capitalino entre América y Pumas siempre promete máxima tensión. La histórica rivalidad se sintió desde el arranque: Pumas, consciente de su inferioridad técnica, buscó nivelar con juego físico, brusquedad y choques verbales.

Esa estrategia, habitual en partidos de alto voltaje, encendió rápidamente los ánimos. Apenas a los pocos minutos, una acalorada discusión que involucró a Allan Saint-Maximin, la nueva estrella azulcrema, estuvo a nada de desatar un caos en el campo, confirmando el dramatismo que rodea este clásico.

La explosión de Saint-Maximin que desató la tensión

Desde el pitazo inicial, el América buscó a su hombre más desequilibrante: Allan Saint-Maximin. El francés volvió a demostrar ser imparable en el mano a mano, y Pumas no encontró más recurso que frenarlo a base de faltas constantes.

Fue una de esas infracciones la que hizo explotar a Saint-Maximin. El atacante encaró a Jorge Ruvalcaba y el cruce de palabras terminó en empujones que involucraron a varios jugadores. El árbitro mundialista César Ramos tuvo que intervenir de inmediato para calmar los ánimos y evitar que la situación pasara a mayores.