Las idas y vueltas de la relación institucional entre el Azulcrema y la Selección Nacional, con Televisa de por medio.
A lo largo de los años, América y la Selección de México estuvieron muy relacionados, aunque no siempre de buena manera. El 22 de julio de 1959, el club fue adquirido por Emilio Azcárraga Milmo, propietario de Telesistema, la empresa que hoy se llama Televisa. Lo hizo porque su meta era conseguir la sede para México del mundial de 1970, con todos los beneficios económicos que eso conlleva, y la mejor manera de lograrlo era estar dentro del fútbol; en ese mismo tenor, fue que mandaron construir el estadio de fútbol más grande y espectacular de la época: el majestuoso Estadio Azteca.
Desde aquel entonces, el Azulcrema pasó a ser la institución “privilegiada” en cuanto a los mejores jugadores, tanto mexicanos como extranjeros, llegaban al equipo porque le convenía a Televisa a nivel marketing y negocios. El rating aumentaba a pasos agigantados y así fue durante 30 años gracias a la entidad más popular del país. Es decir, unos se necesitaban a otros, ambos se beneficiaban y así funcionaba. Por el lado del Tricolor apenas jugaba las Eliminatorias mundialistas y las Copas del Mundo cada cuatro años, por lo su lugar secundario quedaba bien claro y servía. En resumen: era primero América y después México.
1990 marcó un antes y un después: fue el primer Mundial televisado para todos y México no clasificó.
Sin embargo, a partir de 1990 la cuestión empezó a cambiar para peor. La cita global en Italia fue la primera televisada al planeta sin restricciones, ya que un año antes había caído el Muro de Berlín y con ello comenzó el derrumbe del bloque soviético; así que todos los países del mundo podían disfrutar, con sólo prender su televisor, el mayor evento futbolístico, y aún mejor: tenían la posibilidad de ver a sus respectivas Selecciones nacionales.
Como el combinado nacional no clasificó a aquella Copa del Mundo, el Televisa se lamentaron por el gran negocio millonario perdido y se dieron cuenta de que jamás podía volver a pasar, por lo que México empezó a estar en lo más alto en la consideración. Desde 1990, la empresa de la familia Azcárraga ha hecho todo lo posible para controlar a la FEMEXFUT, a todas las Ligas de fútbol y a la Selección mexicana. Empezó a meterse en la conformación de la directiva, en la designación del timonel mexicano y demás.
Entonces, el número de partidos y de competencias del Tricolor empezó a crecer, por la decisión de la FIFA de hacerlo en cada continente, y por eso la participación aumentó. Cada vez empezaron a quitarle al Azulcrema sus jugadores claves con más continuidad y, poco a poco, fue teniendo torneos más malos que antes en líneas generales, a pesar de que igualmente ha sumado varios campeonatos.
Como los partidos de México fueron aumentando, la importancia del Ame bajó y muchas veces fue perjudicado.
Uno de los ejemplos claros de esto, y para no aburrir, se dio en 2013, cuando el más grande se perfilaba claramente a un histórico Bicampeonato y, de repente, desde las esferas del balompié nacional se dieron cuenta de que México estaba a punto de quedarse afuera del Mundial de Brasil y quitaron del Nido al entrenador, Miguel Herrera, para enderezar el rumbo en el Seleccionado, que finalmente acabó accediendo al Mundial en el Repechaje.
Eliminaciones en la fase regular, decepciones en la Liguilla, demasiadas bajas entre la Copa Oro y la Copa América, llegadas tarde de futbolistas claves, poco descanso y vacaciones, lesiones y demás han hecho un combo últimamente letal para el Ame, más allá del bálsamo que significó el título con Antonio Mohamed. Así fue como, a grandes rasgos, el crecimiento de la importancia del Tri por muchos motivos perjudicó al club más grande y popular del país.
No es una denuncia ni mucho menos, cada uno hace lo que quiere con su dinero y está bien. Pero la evaluación hecha pasa por la trascendencia de América, el gigante del país.
Fuente: Nido Azulcrema.
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