La Selección Mexicana Sub-20 compite en Chile con un futbol convincente y boleto a cuartos de final. El ruido mediático, fiel a su guion, volteó a Coapa: ¿cómo es que el club más seguido del país no aportó un solo jugador a un plantel que ilusiona?

La pregunta encendió la polémica de siempre: “la cantera azulcrema no produce”. Pero los datos y el contexto cuentan otra historia. Antes de señalar, hay que mirar el ciclo real de la Sub-19 del América, la categoría que nutre a esa edad y revisar en qué etapa están sus mejores proyectos.

¿De verdad falló la cantera o hay un detalle que cambia todo?

La Sub-19 azulcrema transita un curso discreto, a media tabla y lejos de la punta. No es una generación dominante y eso pesa cuando hay listas cerradas y cupos contados. Aun así, el mapa de talento existe: perfiles adelantados en madurez compiten ya con la Sub-21, y otros más jóvenes fueron canalizados a procesos Sub-18.

Diego Reyes, 17 años, ya juega en la Sub-21 y forma parte del Tri Sub-18. Su ruta no apuntaba a este Sub-20, sino a consolidarse arriba y llegar con piernas frescas a la vitrina que le toca. El calendario de selección no siempre coincide con el pico formativo de un prospecto.

El siguiente gran escaparate está a la vuelta: el Mundial Sub-17 de noviembre. Ahí, la joya azulcrema tendrá foco internacional y minutos de valor. La decisión es estratégica: acelerar arriba a quienes ya empujan la puerta y blindar a los más jóvenes para que lleguen como protagonistas a su categoría. Menos ruido, más proceso.