En Coapa dieron el golpe mediático: antes de la Jornada 6, América presentó a sus refuerzos del Apertura 2025. Entre negociaciones largas y altas expectativas, el club confirmó a Alexis Gutiérrez, Isaías Violante, José Raúl “Pantera” Zúñiga y Allan Saint-Maximin como caras nuevas del equipo.
Pero el conteo subió a cinco y ahí estalló la conversación: la directiva incluyó a un nombre que la afición no tenía marcado como “alta”. Un movimiento que habla de gestión de plantel… y de una lectura a futuro.
¿El “quinto” refuerzo que nadie vio venir?
América sorprendió al contabilizar a Ralph Orquíncomo refuerzo. El lateral, formado en casa, regresó tras su préstamo con FC Juárez, donde se ganó etiqueta de carrilero profundo y agresivo en ataque. No hubo negociación: terminó cesión, reportó desde la pretemporada y se metió de lleno a la dinámica de Jardine.
Para la tribuna, el título de “refuerzo” generó debate: Orquín es ADN azulcrema. Para la directiva, la etiqueta tiene sentido competitivo y comunicacional: sumas a un futbolista mejorado, listo para elevar la competencia interna y cubrir un rol táctico sin gastar un dólar.
¿Por qué Ralph Orquin ha dejado de jugar?
El regreso de Orquín era petición recurrente del americanismo. A sus 21 años, ya mostró colmillo en Juárez y encaja en la filosofía de laterales con oficio que demanda Jardine. Sin embargo, el presente marca jerarquías: Cristian Borja se ha consolidado como titular y el canterano hoy arranca por detrás, obligado a empujar desde el banquillo.
Ese contexto no es castigo: es un marco de crecimiento. La competencia con Borja y los minutos dosificados en Liga y copas pueden convertirlo en el “refuerzo silencioso”. Si mantiene su perfil ofensivo y mejora en duelos defensivos, el joven puede transformar la banda izquierda en un arma de doble filo.