La cuenta regresiva en Coapa terminó: el América ya tiene habilitado a Allan Saint-Maximin para Liga MX y todo apunta a que verá minutos ante Atlas. En el Nido aseguran que el francés impactó desde el primer entrenamiento: ritmo, chispa y una ética feroz que contagió al grupo.
Jardine viene de un triunfo de autoridad y ajustó piezas para competir sin perder control. Ahora, con el “97” listo, el reto es potenciar su desequilibrio sin desarmar al tricampeón. Puertas adentro, hasta le apareció un mote que resume su rápida integración al vestidor.
El apodo que destapa su rápida integración en el vestidor
En cuestión de días, Saint-Maximin dejó de ser “Allan” para convertirse en “Maxi”. Así le salen al paso en cancha y así quiere que luzca su camiseta. No es casualidad: cuando un recién llegado recibe apodo propio, es señal de pertenencia. El francés cayó de pie y el grupo lo arropó de inmediato.
¿Cuál es el mejor encaje táctico para que “Maxi” rompa los partidos?
Jardine probó un plan más sobrio en Monterrey, pero su libreta admite volver a un enganche claro. Con “Maxi” por dentro, un 4-2-3-1 activa pasillos entre líneas: doble pivote, Fidalgo con Jona o Erick Sánchez, extremos a pie natural y el francés flotando detrás del nueve para girar, acelerar paredes y atacar de frente.
Con su registro ya resuelto, la conversación deja de ser “cuándo” y pasa a “cómo”. El América necesita que su nueva pieza sume sin restar equilibrio: presionar tras pérdida, elegir cuándo encarar.