El Club América, como el equipo más ganador en la historia del futbol mexicano, ha tenido el privilegio de contar con figuras que han dejado huella dentro y fuera de la cancha. Muchos de ellos, ya retirados, encuentran el momento para compartir sus recuerdos más íntimos de lo que significa vestir la camiseta azulcrema. Su paso por Coapa marca sus vidas y los convierte en parte de una historia que trasciende generaciones…
En Águilas Monumental tuvimos la oportunidad de conversar en exclusiva con Hugo “Chato” Pineda, ex portero del América en dos etapas distintas y campeón en el Torneo Verano 2002, uno de los títulos más celebrados por el americanismo. En esta charla, el arquero habló desde el corazón.
¿Cómo fue saber que América lo fichó? ¿Cómo se enteró de ese traspaso?
“Fue en la temporada 1995-96. Yo estaba en Celaya, acabábamos de jugar la final y nos fuimos a Los Ángeles a unos partidos de exhibición. Allá me entrevistaron y me preguntaron qué sabía, qué me parecía que probablemente me fuera al América. Yo no tenía idea, pero dije: “sería algo fantástico”. Me enteré que Ricardo La Volpe iba para allá y que me quería en el equipo“.
“Entonces, de regreso aparecí en el draft. Para mí fue toda una sorpresa. Estaba yo ahí y fui, creo, el último… no miento, no fui el último. Apareció Hugo Pineda de Atlante. Yo pertenecía al Atlante, aunque jugaba en Celaya. Así que fue Atlante–América. Para mí fue una sorpresa muy agradable, por cierto, demasiado agradable, porque era un sueño que tenía mi papá: jugar en el América. Y ese sueño loco lo hice mío. Y fue ahí cuando lo cumplí. Te imaginas la alegría que yo sentía”.
¿Qué sensación tuvo al jugar por primera vez con el América?
“Sí. Era… es algo indescriptible. Una felicidad enorme. Llegar a ese club que tanto, tanto de chico… Fue algo fantástico. Haz de cuenta, un niño en un lugar así. Para mí, te digo, fue indescriptible. Ese sentimiento que yo sentía de estar en el América”.
¿Cómo fue salir del América en la primera etapa?
“Fue un cambio inesperado. Yo iba para otro equipo. Me quería Tigres, y lo más probable es que yo me fuera allá. Se atravesó Necaxa. Fue ahí en el draft, ahí sí fui uno de los últimos. Aparecí en Necaxa. Para mí fue una sorpresa. Dije: “espérate, Necaxa no estaba en los planes”. Pero fui a Necaxa con mucho gusto”.
“Era la misma institución. Llegando, Raúl Arias hizo una reunión y dijo: “algunos no los pedí, a algunos sí, pero los que no pedí ya están aquí, vamos a trabajar juntos”. A mí me cayó la pedrada. Al último platiqué con él y le dije: “yo sé que no me pediste, pero ya estoy aquí”. Me calló y me dijo: “espérate, espérate, ¿qué es lo que dices? Cállate. A ti te peleé. No sabes cuánto te peleé. No te querían dar, querían que te quedaras. Te iban a mandar a Tigres para ganar más dinero. Pero por ti peleé. Y ya estás aquí. Bendito Dios”.
¿Qué pensamientos tuvo cuándo regresó al América para una segunda etapa?
“El América me pidió de regreso. Yo estaba muy contento en Necaxa, yo quería quedarme. Pero América me pidió. ¿Te imaginas el sentimiento? Es un orgullo. Regresé con mucho gusto, pero imagínate competir por la portería con Oswaldo Sánchez y Adolfo Ríos. Válgame Dios. Son unos amigos entrañables. A Oswaldo le digo compadre, a Adolfo le digo hermano. Fuimos muy cercanos. Me impulsaron a ser mejor. Fue una competencia despiadada entre los tres. Me impulsaron a ser mejor. Fue un regreso bastante importante”.
El momento culmen fue el título en el Verano 2002. ¿Qué recuerdos le deja ese campeonato con América?
“¿Te imaginas? Después de no ser campeón en 13 años, América logra el título. Era la primera vez que yo salía campeón de liga. Fue una alegría desbordante. Ser campeón con el América, con el equipo que muchos sueñan, con el señor Lapuente, que fue gran amigo de mi papá, que jugaron juntos en Puebla. Y ser campeón ahí, para mí fue algo tremendo. Estaba de auxiliar Pablo Larios, que en paz descanse. Fue algo completo”.
¿Cómo es vivir la exigencia de jugar en el América? ¿Cómo fue en sus palabras vivirlo en las dos etapas?
“La exigencia es tremenda. Estás en un aparador constante, las 24 horas del día. Y más ahora con redes sociales, es una exigencia al máximo. Por eso el portero del América va siempre a la Selección. Vives con una presión a la que no todos están acostumbrados. Siempre eres exigido física y mentalmente. Tienes que estar preparado, muy fuerte emocionalmente. Controlar tus emociones. La exigencia en América es psicológica también”.
¿Quién es para usted el mejor portero y el mejor jugador en la historia del América?
“El mejor jugador está entre Carlos Reinoso y Cuauhtémoc Blanco. A Reinoso lo vi jugar. Fue mi entrenador en Tampico Madero y en América. Jugué con Cuauhtémoc. Reinoso se considera el americanista #1, lo vi jugar, veo los videos. ¡Qué jugador! Extraordinario. Te cuento cómo llegó Reinoso al América: mi papá fue de refuerzo a un hexagonal en Chile y ahí lo vieron. De ese hexagonal se lo llevaron. Para mí, Reinoso es el mejor, con el respeto que se merecen todos. Pero Cristóbal Ortega… él sí es el americanista #1. Que me perdonen Reinoso y Cuauhtémoc”.
El mejor portero… vaya que ha habido. Pero para mí, Zelada. Héctor Miguel Zelada. Siempre lo admiré. Fue mi inspiración, un ejemplo. Gracias a Dios lo conocí. Me ayudó mucho, sin saberlo. Verlo jugar me ayudó. Conocerlo fue algo muy especial.
Históricamente, ¿qué tan lejos están los otros porteros del América respecto a Zelada?
“Históricamente, estamos muy lejos. Zelada está por delante. Memo Ochoa no está tan lejos. Marchesín me encantaba. En América creció mucho. Oswaldo Sánchez fue un gran líder. En cuanto a nivel, no están lejos. Pero lo que logró Zelada fue algo inalcanzable”.
¿Alguna vez Guillermo Ochoa entrenó con ustedes en el América? ¿Qué veía usted de él cuando entrenaba?
“Sí, le decían “Memito”. Néstor Verderi, entrenador de porteros del América, siempre hablaba de él. Tenía 12 años cuando llegó. Verderi confiaba mucho en él, lo entrenó. Es quien lo hizo. Nos lo mandaban desde abajo para entrenar con nosotros. Memo ponía atención en todo, no se quejaba, no se agrandaba. Había otro que sí. Memo pedía más repeticiones, preguntaba. Invirtió en sí mismo. Por eso llegó a donde llegó. No es coincidencia”.
¿Qué opinión tiene de Luis Ángel Malagón?
“Lo he seguido desde Necaxa. Yo jugué ahí. Me preguntaban por él y comencé a seguir su historia. Me gusta mucho. Mis respetos. El sacrificio de él y su padre. Le faltan algunas cosas, soy muy exigente. No me gusta su salto, no achica, no sale. En su área chica le hacen goles. Algunos goles se pudieron evitar, incluso en este último título. Pero su personalidad, carácter y liderazgo me gustan. Lo admiro mucho”.
¿Qué le parece el trabajo de André Jardine?
“Es increíble. ¿Te imaginas? Dos años de trabajo, tres títulos seguidos. Mi respeto y admiración. Lo que ha hecho con América… si no hubiera estado él, no hay tricampeonato, ni llegar cuatro veces a la final. Él lo logró. Con el mismo equipo que otros entrenadores, él sí consiguió. Total respeto y admiración. Además, tiene auxiliares como Raúl Lara, mi amigo. Estoy feliz por él”.
¿Es Jardine el mejor entrenador en la historia del América?
“Para mí, el mejor es Antonio Roca. Me platicaban mucho de él. Lo conocí. Fue una gran persona. Que en paz descanse. Reinoso me hablaba mucho de él. Lo que dejó y lo que consiguió. Con un americanismo arraigado. Para mí, el señor Roca es el mejor. Tiene su lugar en la historia”.
¿La exigencia del América comienza desde la cúpula?
“Sí, empieza desde arriba. Desde el señor Azcárraga. Él busca el título. No se conforma con calificar. En otros equipos calificar es éxito. En América, solo vale ser campeón. Me encantó esa cultura. Me gustan los retos. Y América es el reto más grande. Lo afronté con orgullo, alegría y responsabilidad”.
¿Cómo era el trato con Emilio Azcárraga Jean?
“Me impresionó cómo de joven tomó un monstruo de empresa y la sacó adelante. Es el americanista #1. Desde niño estaba con el equipo. Lo sigue siendo. Lo ves en televisión, celebra cada gol, sufre cada derrota. Tuve contacto con él, una relación de amigos. Me trató muy bien. Cuando fue a San Luis, me abrazó y me dijo: “lo que necesites, Huguito, dímelo”. Eso lo llevo en el corazón. Cuando llegas a América te llaman, te preguntan cómo estás. Te tratan muy bien”.
¿Emilio Azcárraga es cercano con todos los jugadores del América?
“Sí, claro. Y te pide que le hables de “tú”. Una vez le hablé de usted y me dijo en broma: “¿cuál de usted? Háblame de tú o te corro”. Le respondí “no, cómo crees, cabrón”. Me puse rojo, todos se callaron. Luego él se rió y ya todos se rieron. Pero te da un trato especial, te hace sentir en casa. Juegas con amor por el equipo. Él tiene mucho que ver con eso”.
De cara al Apertura 2025, ¿qué le hace falta al América para volver a ser campeón?
“Necesita refuerzos. Te imaginas, tres campeonatos seguidos. Emocionalmente estás en la cima, pero también te cansas. Los jugadores bajan su energía. Toluca los superó. América necesita renovar la plantilla para seguir adelante”.