El golpe del Clásico no solo dolió en el marcador; destapó un frente crítico: la defensa central. El americanismo volvió a señalar a Igor Lichnovsky por la jugada que sentenció el juego y, de inmediato, reactivó la exigencia: Ramón Juárez al once.

Más allá del ruido, hay datos que sostienen esa lectura. En el Apertura 2025, Campeón de Campeones 2025 y Leagues Cup 2025, el América recibe menos goles y acumula menos tarjetas cuando el canterano está en el campo respecto a cuando juega el chileno. Y eso, en noches grandes, inclina decisiones.

La seguridad de Juárez que Lichnovsky no le da al América

Con Igor Lichnovsky en cancha, el América ha recibido 13 goles en 8 partidos, suma 3 amarillas y 2 expulsiones en el periodo señalado. En contraste, con Juárez el equipo encaja 5 goles en 6 partidos y el canterano no ha visto ni amarillas ni rojas. La foto es clara: menos daño por dentro, menos riesgo disciplinario y, por ende, más control en tramos calientes.

¿Por qué entonces suele jugar Igor antes que Ramón?

La respuesta pasa por criterio de experiencia. Se valora el recorrido de Lichnovsky incluido su paso por Europa. Pero el presente competitivo de Ramón Juárez está más alineado con las necesidades actuales: anticipación, cobertura larga y menor exposición a faltas tácticas que parten al equipo.

El torneo exige reaccionar ya. Si los números dictan que con Juárez el América es más sólido, el ajuste es de alta lógica competitiva. En Coapa, el margen de error es cero y la pizarra debe reflejarlo.