Christian Benítez (QEPD) fue uno de los jugadores más influyentes que se haya visto en América en la época moderna y a 10 años de su fallecimiento, la huella que dejó en Coapa sigue intacta. Muestra de ello fueron las palabras de Miguel Layún, quien fue su compañero en su paso por el club y recordó la sensación de tranquilidad que les transmitía dentro del terreno de juego.

“Durante todo el torneo Chucho (Benítez) te daba una sensación de tranquilidad que pocas veces encuentras. Chucho para nosotros era ese jugador que sabías que cuando la situación más complicada era, de alguna forma se las iba a ingeniar para aparecer; el partido contra Pachuca, el partido contra Pumas, Chucho tenía eso. Era ese tipo que sabías que de alguna forma te iba a dar algo diferente y era cuestión de esperar a ver en que momento aparecía, pero nunca tenías duda, rememoró.

En ese mismo tenor, Layún se refirió a Benítez como “la luz que iluminaba” en esas ocasiones en que los juegos se les complicaban. La confianza era tal que sabía que Chucho en cualquier momento resolvería la situación y el propio ecuatoriano así se los hacía saber cuando él mismo les pedía el balón para echarse el equipo al hombro.

Era esa luz que iluminaba muchas veces la oscuridad cuando parecía más complejo para el equipo porque los rivales también juegan y había buenos equipos contra los que nos enfrentamos. Cuando la veíamos complicada decíamos: ‘Chucho va a aparecer’ y el tipo siempre entraba y te decía: ‘dame la pelota que yo la hago’. Para mí Chucho era ese jugador diferente que tenía a sus formas una ambición tan clara y una determinación de que iba a lograr sus objetivos y por ende los objetivos del club. Te transmitía y te permitía confiar en lo que iba a hacer siempre”, expresó.

UN ÁNIMAL COMPETITIVO

“Un animal competitivo”, fue la manera en la que Miguel definió a Christian, quien al margen de sus entrenamientos con el equipo, físicamente se exigía demasiado en el gimnasio para ganar la potencia que siempre mostró en el campo y que a Layún sorprendió al verlo en primera persona.

“Siempre tenemos buenas memorias y recuerdos de él. El tipo era una bestia, terminaba de entrenar, entrabas al gimnasio y estaba haciendo pull ups, se ponía un cinturón con 40 o 50 libras extras, lo veías hacer, subir, bajar como si nada y decías: ‘¿y a este animal cómo carajo lo vas a parar?’ Después llegaba el partido y encima de eso tenía gol. Era un animal competitivo, transmitía demasiado y creo que todos los que tuvimos la oportunidad de compartir con él tenemos grandes memorias”, terminó.