En medio del 95 aniversario del América y con una actualidad tan poco feliz, no me queda más remedio que dedicarle estas palabras al personaje que más me marcó como aficionado de este equipo. No hay mucho misterio, por una cuestión de edad me ha tocado seguir la carrera de Cuauhtémoc Blanco desde sus comienzos y ser testigo de sus hazañas con la camiseta de las Águilas. Para mí, uno de los tres mejores jugadores que ha pasado por este equipo. Un tipo que entendió lo que es el América y que lo supo plasmar cada vez que se puso el uniforme. Supo transmitirle al aficionado un sentimiento de orgullo, de grandeza, de coraje, de pasión y de alegría. Cuauhtémoc siempre ha sido de los tipos que no quiere perder ni un amistoso, ni un interescuadras, mucho menos un Clásico. El jugador más divertido para observar en una cancha de futbol, al menos en este país desde hace un par de décadas. Sí, ver a Cuauhtémocsiempre ha sidogarantía de espectáculo, de buen juego, de genialidades, de jugadas inesperadas, de goles increíbles y festejos raros. Imposible dejar fuera los piques personales con infinidad de rivales. Casi siempre jugadores, pero también técnicos y hasta algún directivo como Jorge Vergara. Por esto también siempre fue distinto. Pero Cuauhtémoc nunca vendió humo. Todo lo que alguna vez hizo en la cancha lo hizo con total autenticidad y sin dobles discursos. Tampoco faltaron los conflictos y desencuentros con el América, que lo dejó ir más de unaocasión y lo extrañó cada vez que salió por la puerta de Coapa. Hoy es uno de esos días en los que se le extraña, más allá de su nombre, se extraña lo que él representaba. Un líder, un tipo capaz de cargar con el equipo en los momentos de crisis, capaz de levantar al público con una jugada. Un tipo que te resolvía los problemas en la cancha, sólo había que darle la pelota, él siempre supo qué hacer con ella. Cuauhtémoc y el América se complementaban, fueron hechos uno para el otro. Cuauhtémoc ha sido el único jugador que yo recuerde, capaz de pararse en un estadio ajeno y absorber él solo la presión de toda la tribuna silbándolo al tomar la pelota. Y por si fuera poco, lejos de achicarse y bajar su rendimiento, le daba una motivación extra que lo hacía brillar aún más.Qué jugador, qué personaje. Para contar los títulos de Cuauhtémoc en el América son más que suficientes los dedos de una mano. Pero afortunadamente el futbol es más que campeonatos, mucho más. Y Cuauhtémoc lo hizo todo. Maravilló a un país falto de ídolos y logró ser un héroe nacional (deportivamente hablando, claro), cuando se puso a la Selección al hombro para llevarla a dos Mundiales. Los americanistas deben estar muy orgullosos de haber tenido durante tantos años a un jugador tan especial como Cuauhtémoc Blanco, uno de los más grandes futbolistas que dio este país. También hay que estar agradecidos con él, porque de los 95 años que ayer cumplió el América, Cuauhtémoc ha sido parte fundamental para la institución en al menos 10. Nunca lo sabremos con certeza, pero pienso que sin Cuauhtémoc en el club, el periodo “post-80” hubiera sido mucho, pero mucho más triste y aburrido. Tu opinión nos interesa, compártela con respeto. Por Artemio Flores, Director Editorial de AméricaMonumental.com Twitter:@Arte_FloresMtz Foto: Mexsport