El futbol mexicano está de luto tras confirmarse el fallecimiento de Manuel Lapuente, una figura histórica que marcó varias generaciones y dejó una huella profunda tanto en clubes como en la Selección Mexicana. Su estilo, su carácter y sus resultados lo convirtieron en uno de los entrenadores más influyentes del balompié nacional.
Sin embargo, para la afición del Club América, su nombre tiene un significado todavía más especial. Lapuente fue mucho más que un técnico exitoso: fue el hombre que devolvió la gloria a Coapa tras más de una década de frustraciones, liderando uno de los capítulos más memorables en la historia azulcrema.
La huella eterna de Manuel Lapuente en el Club América
Aunque muchos lo identifican por sus años en Puebla y Necaxa, Manuel Lapuente también dejó una marca imborrable en el América, donde dirigió 75 partidos entre dos etapas distintas. Su llegada en 2001 representó un punto de inflexión para un club que vivía sumido en la desesperación de no ganar títulos desde 1989.
En menos de un año, Lapuente transformó la estructura, el carácter y la mentalidad del equipo, construyendo un grupo que acabaría levantando el torneo Verano 2002, rompiendo así una sequía que parecía interminable. Ese campeonato no solo devolvió el brillo al escudo, sino que reavivó la identidad de un club que había perdido rumbo y confianza.
Su liderazgo, firmeza y visión lo convirtieron en un referente absoluto dentro del americanismo. Muchos de los jugadores que dirigió lo reconocen como un formador de carácter y disciplina, un estratega que supo combinar táctica con orgullo institucional. Por ello, su nombre quedó grabado entre los grandes de la historia azulcrema. Hoy, su legado queda inmortalizado en la memoria del club y de toda su afición. Descanse en paz, profesor.
