El plantel del Club América está lejos de la versión dominante que alguna vez reunió a figuras como Jonathan Rodríguez, Julián Quiñones, Richard Sánchez o Diego Valdés. Hoy, las Águilas tienen un equipo reducido, con menos variantes y sin la profundidad que caracterizaba a un club diseñado para competir en todas las competencias.
Aun así, la directiva concentra sus esfuerzos en reforzar la delantera y el mediocampo para el Clausura 2026, mientras una zona crítica del campo parece quedar completamente relegada. Si no se atiende, el equipo podría enfrentar un torneo lleno de riesgos estructurales.
¿Por qué el América no piensa reforzar la defensa pese a la urgencia?
Mientras los rumores diarios hablan de nuevos extremos, creativos y delanteros, la parcela defensiva del América vive en un silencio inquietante. Incluso con la intención de dar salida a veteranos como Néstor Araujo e Igor Lichnovsky, no se ha filtrado ningún nombre que apunte a la llegada de un nuevo central.
La situación se complica más al considerar que el club también evalúa desprenderse de Kevin Álvarez, lo que podría debilitar aún más una zona ya corta de variantes. Hoy, Sebastián Cáceres y Ramón Juárez son los únicos centrales totalmente consolidados, mientras Israel Reyes funge como solución múltiple, pero no puede sostener por sí solo todos los parches que el plantel requiere.
Si América insiste en ignorar esta necesidad, el Clausura 2026 podría convertirse en un escenario de alto riesgo. La defensa no solo necesita estabilidad: necesita competencia interna, profundidad y jerarquía. El club apunta hacia adelante, pero su verdadero punto débil podría estar atrás.
