Como americanistas que somos, nos interesa todo aquello que tenga que ver con el equipo. Absolutamente todo. Sabemos que no se puede ir por la vida jactándose de ser águila sin tener noción de lo que suceda directa o indirectamente con nuestro siempre amado Ame. Sin embargo, y la cosas como son, entre azulcremas no todos pensamos igual.

Quienes crecimos entre los títulos ochenteros, el liderazgo de Alfredo Tena, el talento de Cristóbal Ortega y los llenos en el Estadio Azteca los domingos al mediodía, fuimos parte de una etapa histórica que no se olvida. Al mismo tiempo aprendimos a valorar con mayor aprecio el legado americanista que nos heredaron generaciones anteriores. Más que un cambio de estafeta fue una integración para escribir juntos la historia del América. Pero hay un sector de la afición actual que desestima ese pasado águila. Hay voces de nuevos americanistas que consideran tomar únicamente en cuenta lo que ha hecho el Ame desde el año 2000 para acá, es decir, el siglo XX no existe para ellos. 

 

¿Por qué despreciar al pasado? ¿Acaso no es incluso lógico abrazarlo para forjar la identidad y el sentido de pertenencia? Tampoco se trata de pelear con estos nuevos americanistas, mucho menos dividir. Por el contrario, la docuserie América vs. América es una buena oportunidad de invitarlos a no renegar del proceso que ha hecho grande al club y de acercarse a una historia a la que también pertenecen. ¡Hay que perpetuar esa grandeza!

A pesar del tiempo, sin importar las épocas, nada nos hermana tanto como las alegrías y tristezas derivadas de amar nuestros colores. Nuestros abuelos y padres gozaron y sufrieron en su respectivo periodo con ese sentimiento que nosotros conocimos después: el orgullo de ser águilas. Esa dicha la transmitimos a hijos, sobrinos y nuevos seres futboleros que son encaminados a sentir pasión por el club que nació para ser el número uno de México.

Conocer y comprender el periodo histórico en que Emilio Azcárraga Milmo transformó al club en algo más que un equipo de futbol es fundamental para enorgullecernos día tras día de ser el fastidio de los antis, quienes muy en el fondo de su animadversión nos envidian. Somos su razón de ser. Sin nosotros y nuestros orígenes, la pasión pambolera no existiría para ellos. 

Así las cosas, no se diga más: americanistas y neoamericanistas, América vs. América es un grato pretexto para revalorar al equipo que amamos con pleno entendimiento de que sus raíces y revoluciones (como la iniciada por Azcárraga Milmo) son nuestra identidad.