Renata Masciarelli se ha convertido en una de las referentes en América Femenil. Con sus actuaciones y atajadas de hizo de la titularidad de forma indiscutible con las azulcremas, por lo que hoy recoge los frutos de un trabajo de hace dos años que llegó a Coapa.

Sin embargo, no todo ha sido sencillo para la arquera azulcrema. Renata ha tenido que apelar a la paciencia y fortaleza mental para sobreponerse a momentos complicados en el club, uno de ellos a principios de este torneo Guard1anes 2021, cuando se dislocó el hombro y aunque libró el quirófano, tuvo que pasar una rehabilitación de más de un mes, cosa que platicó con Águilas Monumental.

La verdad la lesión llegó en un momento que me desesperó muchísimo porque estaba buscando volverme más consistente en el arco y empezar una temporada como titular, que no me había tocado. Fue muy desesperante como ocurrió la lesión, fue muy difícil mentalmente que me dijeran que, sí se descartaba la cirugía, pero era mes y medio de recuperación. La vida me ha enseñado que cada vez que se viene algo difícil como una lesión, siempre viene algo bueno. Mentalmente me preparé, sabía que en cuanto me dieran la oportunidad iba a buscar volverme alguien importante para el equipo y hacer la diferencia en el marcador. Mi experiencia en lesiones pasadas ayudó mucho, también mis profesores que me decían que me recuperara bien porque me necesitarían cuando estuviera de vuelta. Hubo momentos difíciles en los que yo veía que los resultados no se daban y tenía ganas de, aunque sea con un brazo, ir y meterme a la cancha por la desesperación de que nos estuviera siendo tan difícil. Mis compañeras siempre me dijeron que tuviera paciencia, que me recuperara bien y que regresara mejor de lo que me fui”, compartió.

Si bien, Masciarelli se ha ganado el puesto que ocupa, tuvo que pasar todo un año para que su oportunidad llegara. Ella se sumó a América para el torneo Apertura 2019 y entre ese certamen junto con el Clausura 2020, apenas jugó dos partidos, motivo por el cual llegó a pensar en irse a buscar la oportunidad en otro lado, pero entre los consejos de sus entrenadores y su perseverancia, terminó por quedarse en el Nido para hoy ser la cancerbera estelar.

“Fue muy difícil porque, para empezar, la posición es un poco jodida en ese sentido. No puedes cambiar a una portera de un partido para otro, no hay eso. Jaidy (Gutiérrez) llevaba mucho tiempo en el club, estaba haciendo las cosas bien, entonces sabía que era muy difícil. Yo sabía que venía a un equipo muy grande a llenar los guantes de Ceci (Santiago), que no es cualquier arquera, juega en Europa y es titular en Selección. Era un reto muy difícil, hubo momentos en los que pensaba que nunca me iba a tocar aquí ni podría conseguir lo que quiero. Justo el torneo anterior al que conseguí mi mayor cantidad de minutos, yo me la pensé mucho en volver o no, pensaba que la pandemia me enseñaba que era momento de buscar un cambio, pero un profesor aquí habló conmigo y me dijo que él pensaba que yo podía lograr cosas grandes aquí y que confiara en eso, me dijo algo que me cambió mucho la perspectiva, que pensara cuantas arqueras trabajan tan duro para llegar a América, y es cierto, muchas jugadoras se desviven por llegar a un club grande. Me terminé quedando y me alegro muchísimo”, expresó.

Más allá de lo que hoy vive en América, Renata creció siempre con la pelota como parte de su día a día. De familia muy futbolera, recordó cómo fue desarrollarse en el entorno de los Masciarelli, un apellido ligado al balompié mexicano con figuras como su abuelo Roberto Masciarelli (QEPD), su padre Gerardo Masciarelli , así como su tío Roberto Aníbal Masciarelli, todos relacionados con Atlas.

“Futbol todo el día. En la mesa siempre se habla de futbol, hoy en día pasa y me alegra que se hable cada vez más de futbol femenil. Nos veíamos todos los sábados en un restaurante de la familia con la mesa enorme, de un lado todos los que veían la pantalla, yo una de ellas. Siempre se hablaba de futbol, el sábado jugaba el Atlas que es el equipo de la familia, veíamos los partidos de Barcelona los domingos. Siempre me rodee de futbol, íbamos cada 15 días al Estadio Jalisco. Crecí viendo eso, mis primos jugaron futbol. Está inyectadísimo en el cerebro y la sangre el hablar de futbol. Mi papá es una persona muy inteligente cuando se trata de futbol, siempre me desglosaba cuando pasaba algo y hoy en día me da su perspectiva que me ayuda muchísimo. Soy privilegiada de haber crecido en una familia que me apoyó siempre para jugar y que habla de futbol todo el tiempo, rememoró.

A nivel familiar, es la primera portera, lo que ha inspirado a otros de sus seres queridos a probar el arco como posición.

“Soy la primera portera de la familia. Tengo un primo en Guadalajara que ya es portero y le gusta mucho; tengo una sobrina que me mandó un video diciéndome que de grande quiere ser portera. Le voy a mandar sus guantes para que se prepare”, confesó contenta.

Al final, algo que la camiseta 1 americanista desea es dejar un legado para futuras generaciones que anhelen en dedicarse al futbol femenil de manera profesional toda vez que hace apenas unos años en nuestro país era impensable.

“Siempre he dicho que se trata de que vas a dejar para la siguiente generación. Me hubiera encantado que una de mis tías fuera pionera del futbol, pero no le tocó. Me gusta la idea de que mis primos y primas vean que un familiar logró jugar en la Liga Femenil y les inspire a pensar que también pueden porque antes no era una realidad para las niñas el decir que quieren jugar profesionalmente y hoy en día lo pueden imaginar y lograr, concluyó.