América y Chivas cruzan fuego alto en un Clásico que, como se anticipaba, no venía exento de polémica. La designación de Óscar Mejía encendió el debate desde la previa y, ya en el complemento, llegó la jugada que partió opiniones: un posible penal por mano dentro del área azulcrema.
El reclamo rojiblanco fue inmediato, pero la decisión en cancha se mantuvo: no hay pena máxima. El VAR revisó y respaldó la marca original. Hay una razón reglamentaria de peso que explica por qué el silbante acertó.
¿Por qué la decisión fue correcta y no se marcó penal?
La acción ocurre al 50’: un balón a media altura es bloqueado por Igor Lichnovsky. En la repetición clara se aprecia una secuencia determinante: primero impacta en el pecho del defensa y, por rebote, toca el bíceps del chileno. Este detalle activa una interpretación específica del reglamento: las manos por rebote inmediato desde el propio cuerpo no suelen sancionarse.
A ello se suma la posición natural del brazo. Lichnovsky no amplía su cuerpo de forma antinatural ni busca cortar la trayectoria con gesto deliberado; está en acción defensiva, con el brazo en postura congruente con el movimiento. Dos filtros coinciden: 1) rebote previo en el cuerpo; 2) brazo en posición natural. Así, la jugada no configura mano sancionable.