Los recientes logros del Club América no son casualidad. Todo parte de una estructura que ha trabajado en armonía y con enfoque. En la cancha, André Jardine ha consolidado un equipo que compite y domina. En lo deportivo, Santiago Baños ha sabido rodear al técnico con futbolistas funcionales. Y en el plano institucional, Emilio Azcárraga ha jugado un papel clave que va más allá de lo económico: ha sido un verdadero motor emocional dentro del vestidor americanista, algo que el propio Jardine ha reconocido con total gratitud.
Más allá del respaldo financiero y estructural, el dueño del América ha conectado con el equipo desde un lugar emocional, representando a la afición e inyectando exigencia, identidad y pasión. En entrevista para los canales oficiales del club, Jardine explicó cómo Azcárraga se ha convertido en una figura clave para mantener alto el nivel competitivo de sus jugadores. Su forma de involucrarse ha reforzado ese sentido de pertenencia que distingue a las Águilas del resto de los equipos del futbol mexicano.
André Jardine reconoció la pasión de Emilio Azcárraga como motivación
Durante su conversación con el canal del club, Jardine fue contundente al explicar el rol del dueño americanista: “Él transmite el sentimiento de tanta gente que está por detrás. Los jugadores se dan cuenta de la institución que defienden, de cuántas cosas están en juego en cada momento… Es un hombre que tiene el respeto de todos”.
Aunque no esté todos los días en Coapa, su presencia y mensajes han influido directamente en el compromiso del plantel. Cada intervención suya deja huella en la mentalidad del grupo.
La exigencia de Emilio Azcárraga que marca al América
Óscar Jiménez, exportero del club, reveló una anécdota que muestra la intensidad de Azcárraga: “Me acuerdo una vez que fue Emilio y calificamos como terceros. Pensamos: ‘Va, viene a felicitarnos’… ¡y no! Nos dijo: ‘Aquí se califica como primeros, y ahorita lo que tienen que hacer es ganar el campeonato’”.
Ese tipo de liderazgo es el que ha llevado al América a sostener su grandeza torneo tras torneo, sin conformismo y siempre con el objetivo de ganar todo.