Hablar de Antonio Carlos Santos es hablar de jerarquía azulcrema: clave en el bicampeonato 88-89 y voz autorizada en el americanismo. Desde su retiro, el brasileño rara vez mide palabras; por eso, cuando alza el pulgar, el Nido escucha. Esta vez, el elogio tiene destinatario claro: Allan Saint-Maximin, el nuevo agitador de Coapa.
El francés aterrizó con foco global y una misión: subirle el voltaje al equipo. Dos apariciones, dos goles y una sensación de desahogo ofensivo. Pero lo que hoy incendia la conversación no es solo el impacto en la cancha, sino la lectura de un histórico que ve algo distinto en el “97” azulcrema.
¿Qué dijo el bicampeón? Los elogios de Santos que encendieron Coapa
Directo al punto, Santos le aplaudió el compromiso a Saint-Maximin: “El tipo viene a jugar futbol, a divertirse… eso no se veía en sus equipos pasados”. Para el ex del América, el francés rompe el molde del extranjero que llega a pasear: actitud, atrevimiento y hambre. Cuando un referente lo marca así, el discurso permea vestidor y tribuna.
En clave vestidor, ese respaldo es gasolina premium: le da cobijo al recién llegado y lo sube a la conversación de liderazgo competitivo. No es un título; es una exigencia: sostener el ritmo con el balón y, sobre todo, sin él.
Compromiso fuera de la cancha: señales que seducen al americanismo
El relato se sostiene con hechos: clases particulares de español, sesiones dobles para ponerse a punto y trabajo adicional de velocidad y resistencia en días sin partido. No es glamour de presentación; es rutina para adaptarse a la altura y pedir titularidad cuanto antes.
A la par, su atrevimiento de encarar, probar de media distancia, acelerar transiciones suma un recurso que el América extrañaba. Si mantiene la línea, Saint-Maximin no solo será trending: puede ser estructura. Jardine agradece y la afición también.