Semana larga, agenda al límite y foco total en Coapa: América llega al Clásico Nacional con la presión de mandar en la cancha y en el relato. Entre trabajo táctico y pulso competitivo, André Jardine se enfrentó a su dilema más delicado: quién debe ser el 9 para un partido que define momentum y autoridad.
El DT no paró ni en su cumpleaños. Ajustes finos, sociedades probadas y una consigna clara: que la ofensiva azulcrema funcione como un reloj suizo. El objetivo no es solo ganar; es imponer un patrón de juego que haga sufrir a Chivas desde la primera pelota disputada.
La asociación por encima del choque: el 9 que ordena al América
La decisión rompe el empate: Henry Martín se perfila como el delantero centro para activar la estructura. La clave no está en el nombre, sino en el cómo: juego de espaldas, apoyos cortos, descargas a un toque y presencia de área para la segunda jugada. Ese repertorio no solo da líneas de pase; le da tiempo al equipo en campo rival.
¿Por qué Henry y no Aguirre o Zúñiga?
Rodrigo Aguirre y José Raúl “Pantera” Zúñiga son perfiles de choque y ruptura: útiles para partir centrales, menos para tejer juego. En cambio, Henry ofrece lectura, pausa y timing para que Saint-Maximin no reciba aislado. Aunque arrastra tiempo lejos de su mejor versión, su calidad técnica y jerarquía de capitán sostienen la apuesta.
Con doble contención: Fidalgo-Reyes empujando tras pérdida, América podrá sostener el bloque alto sin romperse. El 9 como organizador silencioso: el detalle que convierte posesión en ocasiones y ocasiones en gol.