América ha forjado una tradición a lo largo de los años durante el medio tiempo de sus partidos como local. Ahí, desde lo más alto de la cabecera norte del Estadio Azteca, se ve volar a un águila que desciende en círculos hasta llegar al centro de la cancha, donde la espera un balón sobre el cual aterriza y lo toma con sus garras.
El nombre de esa ave es Celeste y desde hace 24 años, es la mascota oficial de los azulcremas gracias a una idea que tuvo el propietario del club, Emilio Azcárraga Jean. A partir de eso, desde Coapa buscaron a Omar Álvarez, quien se encarga de criar y entrenar al águila que es todo un símbolo del americanismo, tal como compartió en charla con este medio.
“Fue una idea de hace muchísimos años. El señor Emilio Azcárrága quería que un águila volara alrededor del estadio porque a lo mejor tenían una, pero era para la foto o cosas así, pero no volaba. Me contactaron para hacer los vuelos y empecé entrenándola cuando era local Necaxa para que se acostumbrara a la gente. Así fue poco a poco como entrenó”, relató.
La Copa Libertadores del año 2000 fue cuando Celeste voló por primera vez en el Coloso de Santa Úrsula; sin embargo, en aquel entonces lo hacía solamente a nivel de cancha. Después de eso, vino un entrenamiento arduo para que cada vez descendiera desde alturas mayores hasta llegar a hacerlo como acostumbra cada 15 días.
“Aquí en el Club América ya llevamos un buen tiempo, estamos desde el 2000, llevamos ya 24 años aquí Celeste y yo, ya tenemos bastante tiempo. Entramos con un partido de Copa Libertadores, ahí fue nuestro debut en el estadio. Esa vez voló a nivel de cancha y después, subió poco a poco en el estadio para volar más alto cada vez hasta lo que hace ahora, desde lo más alto del Estadio Azteca. Celeste ahorita tiene 32 años y la expectativa de longevidad de un águila real, en cautiverio obviamente, es de 55 a 60 años. Está como a mitad de su tiempo”, compartió.
El entrenamiento de Celeste para que vuele en el Estadio Azteca
Si bien, el águila de América ya domina su acto de cada partido , la realidad es que detrás de ello hay un trabajo que implica entrenamientos diarios en las instalaciones de Coapa, así como una visita al Estadio Azteca un día antes de los partidos de los Millonetas en casa para que pueda tener una última práctica, aunque cabe mencionar que, si ahí Omar se da cuenta que hay algún signo de alerta con Celeste, no la deja volar hasta que se recupere.
“Es bastante común para ella después de 24 años volando en el estadio, para ella es muy habitual. Siempre se le entrena un día antes en el Estadio Azteca para confirmar lo que va a hacer el día del partido y si se le ve algo raro o algo que no me guste, no la volaría. Pueden ser cosas como que esté un poco subida de peso, tienda a irse a otro lado o no obedezca, por eso se le entrena un día antes”, comentó.
Actualmente, Celeste se encuentra acostumbrada a lidiar con la gente en el estadio y con el ruido que produce, por lo que es algo que ya no le afecta en su tarea de caer sobre el balón en el centro del campo, acto por el cual es importante resaltar que recibe una recompensa que la incentive a hacerlo una y otra vez.
“Fue algo complicado que se acostumbrara a la gente y al ruido, sobre todo que llegara a la mitad del estadio para agarrar el balón. Fue poco a poco, de hecho, al balón ya lo ve como una presa, por eso se le avienta con ganas, se le da una recompensa cada vez que vuela en el estadio y lo hace”, confesó Álvarez.
La relación entre Omar y Celeste en América
Cabe destacar que en las instalaciones de Coapa hay un aviario, espacio construido específicamente para Celeste y Zeus, otra águila real que habita en el club. En ese sentido, Omar dejó claro que, al tratarse de una especia sumamente territorial, él es la única persona que puede entrar a ese sitio y ser tolerado por las águilas, esto debido a que ellas saben que les da un buen trato.
“A mí me tolera mucho. Siento yo afección por ella, pero ella me tolera porque no es un animal doméstico. Yo me puedo meter a su jaula y otra persona no porque las águilas reales son muy territoriales, por eso ella nada más me tolera mí, porque sabe que yo soy quien la entreno y le doy de comer, yo no le hago daño, la mantengo en óptimas condiciones, le limo sus garras, el pico, le doy de beber, la baño. Sabe que conmigo está protegida”, sentenció.