La Final de la Concacaf Liga de Campeones llamaba a América a encontrarse con un viejo conocido en esta clase de instancias. Más allá del debate de si se trataba de una revancha o no, los azulcremas se volvían a ver las caras con Monterrey en una definición por un título, esta vez con el valor agregado de tener en juego un boleto al Mundial de Clubes.

 

 

Los primeros minutos fueron una auténtica pesadilla para las Águilas. Rayados superaba en todos sentidos al equipo de Santiago Solari y coqueteaban con una anotación que terminó por llegar con una sensación de deja vu para los de Coapa. Y es que en un centro que parecía de rutina para un central como Sebastián Cáceres, vino un rebanón inverosímil que le dejó la puerta abierta a Rogelio Funes Mori para que no tuviera más que darle el pase a la red.

 

Los Millonetas tendrían el encuentro cuesta arriba desde temprano y ante un rival que sabía que el momento del juego estaba con ellos, por lo que no dejaba de presionar en busca de otro tanto, mismo que antes del descanso no llegó. Al mismo tiempo, los emplumados trataban de meterse al juego y consiguieron sacudirse el dominio rival, aunque sin generar verdadero peligro sobre la meta de Andrada, por lo que se fueron al descanso con la necesidad de apelar a 45 minutos certeros para remontar en patio ajeno.

Para el complemento, América trató de ir al frente por las circunstancias del marcador, pero lejos de eso, se salvó de recibir el segundo tanto en una pelota que Gallardo sirvió a Funes Mori dentro del área para que el Mellizo la bajara con el pecho, quedara solo frente al arco con todo a su favor, menos el tino para mandarla a guardar.

 

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El cronometro avanzaba y conforme corrían los minutos se convertía en un enemigo más de unas Águilas que apelaban a algún chispazo, un arrebato de cualquiera de sus jugadores en un cotejo en el que en general, le faltaron argumentos. Era el terreno del todo o nada para tratar de evitar la vuelta a casa con las manos vacías.

Al final, América se murió de nada en el Gigante de Acero. El líder general de la Liga MX nunca existió en la Sultana del Norte, volvió a Coapa con las manos vacías, con el fracaso a cuestas y muchas interrogantes de como se plantaron en una instancia decisiva. Ahora, la Liguilla es más obligatoria que nunca.